(Continuación)

Pero ¿sabes qué?…
Un día, sucedió algo.

Una representante de Valencia no pudo acudir a la habitación de votar, por su estado de embarazo, y votó desde su casa, por internet.

Este suceso no le pasó desapercibido a la persona que idearía lo que hoy conocemos como Democracia 4.0, Juan Moreno Yagüe.

Juan actuó con generosidad y con sus conocimientos nos ofreció una alternativa para poder liberarnos de la esclavitud a la que nos tenía sometidas el Gobierno de las Representantes.

Yagüe defendía que si aquella representante podía votar desde su casa, entonces ahora sí podíamos entrar todas (el pueblo en su totalidad) en la habitación de votar, y decidir sobre todo lo que nos interesase pronunciarnos, simplemente dándole a un botón, desde casa, desde el trabajo,… gracias a internet. Así de fácil.

¿Por qué si ellas podían, nosotras no?
¿Qué excusa podían dar para negarnos nuestro derecho?

No la había.

Y Juan se marcó un objetivo: alterar todo ese sistema, cambiarlo, y vengarse de lo que nos habían hecho, y dejarles como nos habían dejado ellas a nosotras.

Él lo entendía como una cuestión de justicia.

De manera que, para poder cumplir su objetivo, decidió meterse en política, porque sabía que, en aquellos tiempos, la única manera de poder cambiar las cosas era estando dentro. Y si conseguía implantar Democracia 4.0, se haría realidad el artículo 23.1 de la Constitución, que decía ‘Los ciudadanos tienen el derecho a participar en los asuntos públicos, DIRECTAMENTE y/o por medio de representantes, libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal.’

Pero claro, esto conllevaba una implicación por nuestra parte, por parte de las ciudadanas.

Y en casa, en el trabajo, las amigas,…todas pensábamos que no seríamos capaces de poner en práctica Democracia 4.0.

¿Nosotras votando leyes?
¿Nosotras votando si se aplicaban o no, unos u otros recortes?
¿…si se invertía o no en educación, sanidad, pensiones…?

CONTINUARÁ…
Facebook: Eider Cano Garmendia (colaborador Valentín Flores)