Uno de los derechos fundamentales es el derecho de sufragio activo (votar en las elecciones) y pasivo (ser candidato y, eventualmente, ser elegido). Este derecho, en ambas versiones, es puramente nominal por no decir que resulta ficticio.
No existe derecho real de sufragio activo porque en la práctica no podíamos elegir más que entre dos opciones políticas, PP y PSOE, miméticas en lo importante, y porque incluso los partidos nos imponen listas cerradas y bloqueadas, lo que nos obliga a votar no a personas sino a maquinarias de poder cuya misión es mantener y perpetuar el sistema.
No existe derecho de sufragio pasivo porque en la práctica sólo se puede ser elegido pagando el precio de entrar en la disciplina de uno de los partidos políticos importantes, que no siempre se distinguen por sus hábitos democráticos y que, como he dicho, no están dispuestos a cambiar nada.
¿Votará la ciudadanía, masivamente, a los nuevos partidos y a partidos minoritarios con opción a obtener diputados? (No al partido “de mi pueblo” o a “Pepe el del camión”). ¿Cambiarán dicha situación estos partidos?
Las capas menos informadas de la sociedad, los que no saben que todo es mentira, desperdician su energía y su tiempo (en una manera muy conveniente para el sistema) discutiendo las excelencias del partido A y las miserias del partido B, convencidos de que uno y otro son distintos. Pero la libertad sería algo mezquino si se limitara a la facultad de elegir entre un partido de la llamada centro derecha y otro de la llamada centro izquierda.
Esas opciones no son iguales pero sí muy parecidas y resultan idénticas en las cuestiones relevantes. Ninguna de esas opciones, PP ni PSOE, harán algo que pueda:
- Cuestionar la autoridad de los bancos,
- Replantear el trauma que significa para los jóvenes hacer frente a una hipoteca
- Evitar los desahucios y que las familias se queden en la calle
- Promover la democracia real admitiendo listas abiertas
- Prohibir o limitar todo gasto electoral como medio para igualar a todos en las opciones.
- Contrariar los intereses de los laboratorios farmacéuticos o la industria agroalimentaria,
- Incorporar las medicinas mal llamadas alternativas al sistema público de salud,
- Etc…
Hay que terminar con eso. El sistema quiere que sigamos entretenidos manteniendo esas discusiones y debatiendo sobre los estrechos limites, entre las opciones políticas dadas, porque eso mantiene la ilusión de que puede haber discrepancia, critica y todo lo que caracteriza a una sociedad libre, pero sobre todo porque esas discusiones no conducen a nada, y esa nada es lo que el sistema tiene reservado para nosotros.
En realidad esas opciones políticas difieren en muy poco, pero parecen distintas porque se han preocupado de retirar de la circulación a las demás, e impedir que avancen lo suficiente y necesario las nuevas formaciones. Los dos grandes partidos son como esas cadenas comerciales que fingen hacerse la competencia cuando en realidad son marcas distintas del mismo empresario. Una elige el color azul para sus dependientes y su decoración, la otra el rojo. Bonita escenificación de la diferencia para ocultar que comparten propietario. Es curioso, esos colores también representan a los dos partidos importantes. Y también ellos comparten dueño.
Puede que la más importante mentira sea la democracia en la que vivimos o creemos vivir. No existe tal democracia. Claro que es mejor convivir con esta oligarquía que soportar un régimen totalitario donde vas al calabozo por suspirar, pero esta comparación no debería cegarnos hasta el extremo de hacernos creer que todo lo que nos dicen sobre nuestro sistema político es cierto, y sobre todo de hacernos pensar que hemos llegado a la estación término y que lo que tenemos es todo a lo que podemos aspirar. Como pretenden hacernos creer sobre Podemos, Ganemos, Ahora Madrid, Barcelona en Comu,… Ciudadanos
En la época de Franco, quienes querían dedicarse a la política debían hacerlo desde las filas del llamado Movimiento Nacional. Algo más tarde, con los primeros compases de la transición, el Presidente Arias Navarro, el Carnicerito de Málaga, admitió las asociaciones políticas como expresión de las distintas opciones, pero siempre dentro de la ortodoxia ideológica del dichoso Movimiento Nacional. A los analistas políticos y a los historiadores eso les parece la burla de un sistema de libertades y a mí también, pero no veo muchas diferencias con la estructura del sistema actual, en el que las opciones disponibles son casi miméticas, en el que quien desee participar activamente no tiene mas remedio que hacerlo desde uno de los grandes partidos y en el que, fuera de esas dos opciones (que respecto a las cuestiones importantes son una), sólo se extiende la nada. O eso pretendían hasta ahora.
La Constitución manda que las normas internas de funcionamiento de los partidos políticos sean democráticas. No parece que se cumpla esta condición, o que se cumpla siempre. Nadie se extrañó cuando Aznar nombró a su sucesor, como un rey designa a su delfín. O Griñán a Díaz, o Aguirre a González,…
- El hecho de que una cosa así suceda (aunque luego se adecente con una votación), denota simplemente un incumplimiento del artículo 6º de la Constitución.
- El hecho de que una cosa así suceda y ni un sólo periodista de los medios del régimen del 78 escriba un editorial crítico, evidencia también unos medios de comunicación seguidistas y cómplices.
- El hecho de que esto suceda y entre los ciudadanos nadie diga lo mas mínimo, denota una sociedad enferma, esclavizada y con un pensamiento acrítico, exactamente el modelo de sociedad querido por el sistema.
Como es sabido, un señor llamado Ricardo Costa fue suspendido de militancia del Partido Popular por aludir a sí mismo como Secretario General del partido en la Comunidad Valenciana cuando previamente había sido destituido desde Madrid. Siempre sospeché que ese gesto suyo era una forma de advertir que Génova carecía de competencia para destituirlo y lo que he leído en los estatutos de ese partido sugiere que así es.
Los comités ejecutivos regionales del PP tienen entre sus competencias, con arreglo al artículo 35.1.d), nombrar a los Secretarios Generales, y con arreglo al apartado f) del mismo artículo, “recibir la dimisión de las personas que ostenten funciones en los órganos de gobierno y proveer su sustitución”. Si no lo he entendido mal, el comité de derechos y garantías (Génova) puede sancionar con la inhabilitación, pero no destituir al secretario General de un organismo regional.
Como no me dedico a la política podría equivocarme, pero, de la lectura de los estatutos del PP, concluyo que, efectivamente, los órganos centrales carecían de toda autoridad para destituir a un cargo que había sido nombrado por el órgano regional, y a quien únicamente el órgano regional podía revocar. Según esto, Ricardo Costa habría estado en su perfecto derecho de decir lo que dijo, y el partido lo sancionó por ejercer un derecho cuando quienes habrían incumplido los estatutos eran los mismos jefes de Génova. Desde entonces hasta hoy han sucedido otros muchos casos similares. ¿Están hechos los estatutos así adrede para que nadie “sufra” y todo siga igual?
Escuché en su momento las noticias sobre estos hechos y no capté en la prensa del régimen un sólo inconveniente. Al contrario, todos los periodistas encontraban muy normal lo sucedido. Resulta tan demoledora la contundencia con la que se ataca a la libertad y al derecho a la luz del día, como desoladora la pasividad de unos medios de comunicación que callan por algún motivo.
¿Cuál es ese motivo? No es ignorancia, cualquiera puede leer los estatutos del PP, que están en Internet. Entonces ¿Cuál es ese motivo? ¿Y por qué el otro partido calla también? ¿Aspira acaso a conservar intactas sus posibilidades de actuar igual de puertas adentro? ¿Son estos partidos realmente democráticos o encierran un caudillismo que la prensa libre del régimen no se atreve a criticar?
Si un ladronzuelo roba un bolso, le cae la ley encima. Si un especulador financiero hunde los mercados, rara vez tiene consecuencias. En paralelo, si un esposo machista limita la libertad de su pareja, esto merece censura social. Pero si un partido roba en grande la libertad de todos, poniendo en marcha mecanismos internos no democráticos, esto pasa desapercibido y nadie se ofende. El extraordinario poder del sistema sobre nuestro pensamiento se manifiesta así: Lo tenemos delante y no lo vemos.
El objetivo final del artículo es abrir las mentes y convencer a la ciudadanía de que hay que acabar con esta situación castigando, no votándoles, a los partidos del régimen de 1978, VOTANDO A OTROS partidos emergentes: EQUO, PODEMOS, CIUDADANOS, UP… y dejando de votar a partidos TAN pequeños que nunca llegarán al congreso, ya que esos votos serán muy poco efectivos, por no decir nada.
Todo es mentira. Breve compendio de ideas sobre el sistema. © José Ortega 2010. Actualización, multimedia y enlaces de Jotaele RS