Creo que ya pocos apelamos a las leyes en un conflicto que se presenta descaradamente al margen de toda legalidad, por ambas partes. También, al margen de la razón, de los derechos de libre pensamiento, expresión, reunión, manifestación; de la razón en definitiva. Para que hablar ya de soberanía popular, nacional, ni de democracia.
Hoy lo emocional y las banderas, el «a por ellos» y «el España nos roba», atrapa en campo de minas a quienes rechazamos ambos planteamientos. Ya sé que es tarde, pero hay que ser valiente e intentar hacer que funcionen las neuronas en vez de las tripas, las banderas y los esloganes.
No dejes de leer hermano catalán, que intentaré justificar los momentos que dediques a leerme, aunque me veas equidistante, eso que no se lleva. Verás que para nada, que me pringo, ya verás. No me llames traidor, como a Coscubiela y Serrat, por querer poner razón y sensatez al ejercicio concreto, transparente, legal y válido, del derecho a decidir que compartimos. No soy equidistante con eso, estoy con ellos, los defiendo sin fisuras y hasta el final en su derecho a pensar y decir lo que quieran. Sé que sois demócratas a tope, pero las emociones, por muy justificadas que las creamos, nos llevan a perder en nosotros, lo que queremos para nuestra gente. Nadie está libre, como verás porque ahora te cuento lo pasa por los lares del «a por ellos, oé».
A este lado del Llobregat, los que hemos intentado poner razón, convivencia en libertad y diálogo, ya sabéis como nos trataron en Zaragoza. Creo que tenemos aquí mucho más trabajo para sujetar los demonios que hoy campan por doquier. Escribo esto desde mi despacho, que comparto con tres compañeros más. Sus despachos tienen puestas tres banderas en sus respectivos balcones. He visto al subir solo una, pero otro la traía fuera de la cartera, recién comprada. Son de extremo centro, del centro al que poner una bandera que no tenga un águila le parece una renuncia y algunos no se reprimen.
Hace tiempo que no hablamos de política, salvo alguna broma por su parte a la que respondo en buen tono para llevarlos a mi terreno. La convivencia ha sido muy buena en lo personal y lo profesional, aunque reconozco que mi militancia es más visible e intensa. Hasta ahora, con las banderas. No temáis, no les he dicho nada. Pero me duele que se quede el muro de silencio y eso me ha animado a escribirlo aquí, por si alguno me lee. Les hablaré en el lenguaje común del derecho, pero sin muchos tecnicismos, esperando que me entienda la mayor gente posible. Entrecomillo para ellos, con el colmillo retorcido, y después digo:
«Hoy no rige la Constitución ni en Cataluña ni en España. La Fiscalía General del Estado, es decir Rajoy a través de ella, está asumiendo el papel legislativo, del Congreso y del Senado. Actúa como gobierno, por delegación del gobierno, aplicando sus propias nuevas, anticonstitucionales y arbitrarias » leyes», es decir tenemos un Fiscal gobernante, con poder ejecutivo.
Tenemos una Fiscalía reprobada por los representantes de la soberanía popular en el Congreso (parece que por proteger corruptos en el caso Lezo) que también se excede en su papel propio en el ámbito judicial.
Maza decide precintar colegios y reducir el derecho constitucional de libre circulación de cualquier ciudadano, sin amparo legal. Esto es legislar usurpando las funciones de los representantes del pueblo, aplicar el derecho penal preventivo, que establece un estado de excepción de hecho, sin activar el procedimiento establecido en el artículo 116 de la CE. El Fiscal, el gobierno, están fuera de la ley.
La legalidad, la Constitución están derogadas de facto. Las libertades y derechos constitucionales, están suspendidos.
Cataluña, su auto gobierno, ha sido intervenido, eludiendo el procedimiento establecido en el artículo 155 CE, por actos ilegales del Fiscal General, o la Comisión Delegada de Asuntos Económicos, que son manifiestamente incompetentes para ello. Esta última lo hace aplicando la normativa sobre rigor presupuestario que deriva de la reforma del artículo 135 CE. Esa que pactaron sin referéndum PP y PSOE, y algunos más.
Usurpación de funciones y prevaricación, por ahora, son los dos delitos que se están cometiendo por quienes han tomado el control de los poderes públicos por vías ilegales.
Es un golpe desde dentro en el que se están despreciando los procedimientos legales establecidos en la CE, y en los Reglamentos del Senado y Congreso. Senadores que no han podido tener voz, ni votar, callando a la ciudadanía que representan. Unidos Podemos ha interpuesto un recurso contencioso administrativo y una medida cautelar de suspensión que ya ha sido desestimada.
¿Por qué lo hacen si en el Senado tienen mayoría absoluta? Por tres razones:
- No lo hacen, para dejar a Rajoy sin mancharse las manos, directamente. Él escucha desde lejos el ruido. Lo más lejos posible, para después leer el marca y comentar el partido que se sabe ganará por cojones, nunca mejor dicho. No los suyos, naturalmente, los de los pobres guardias civiles ¿o mossos de escuadra?. Hasta Zoido y su subordinado Nieto, responsables de Interior y Seguridad, dicen que ellos sólo están a disposición de los jueces y de la Fiscalía.
- No lo hacen porque los procedimientos son lentos, engorrosos y además se escucharían a grupos que no quiere que la gente escuche nada, nada que hable de otro proyecto de España. A él solo le interesa de otro proyecto para Venezuela. Lo de aquí… ya tal.
- Pero sobre todo no lo hacen porque quiere máxima eficacia. Una eficacia que no quiero exponer porque doy por sabido qué son ellos, y a costa de quién, son eficaces.
España, la legal que dicen defender, esos que se llaman constitucionalistas, está rota como su Estado de Derecho, como el Estado de las Autonomías, como esta democracia que Felipe González convirtió en un bonsai, hoy arruinado. Del Estado social ya ni hablamos. Porque de eso se trata, de no poder hablar de los temas sociales, ni de la corrupción, con este asunto. Las banderas no alimentan, pero ya estamos viendo como entretienen».
Sigo diciendo a mis compañeros de despacho y al que me quiera leer. Ya dije que era largo.
«Nadie aquí cumple su papel, el que les dimos, el que tienen por nosotros pero se les olvida, como eso de la ley y la democracia. Pero el poder no está en suspenso, tenemos siempre un poder arriba, solo que ahora un poder arbitrario al que se le han suprimido los límites y los contrapesos legales.
Rajoy se ha dado todo el poder a sí mismo, con la complicidad entusiasta de Ribera, del felipismo de Susana Díaz o el guerrismo de Rodríguez Ibarra, con la cobardía de Pedro Sánchez. Es un poder absoluto pero escondido bajo la apariencia de la ley, del Fiscal Maza, y quien será finalmente el brazo ejecutor: el general Pérez de los Cobos.»
Vuelvo a mi hermano catalán y le pido ayuda porque está sirviendo de señuelo en un desastre mucho mayor que el que allí puedan seguir dependientes. Cataluña es la gran oportunidad que esperaban de consolidar un muro mayor para los de siempre. Esos que andaban preocupados y muy ocupados desde el 15M y la irrupción de Podemos, por la grieta que se había abierto.
Estamos ante un auto golpe, sin paliativos, a lo Erdogán en Turquía.
Desde la ley, no veo solución porque se están enfrentando dos verdades absolutas sin leyes a las que recurrir, porque los dos litigantes están fuera de la ley, desde que el Tribunal Constitucional impuso una sentencia contra la voluntad del Parlamento catalán, del Congreso de los Diputados, y, lo más grave, de un referéndum legal y vinculante del pueblo de Cataluña.
Todo por un recurso del PP, de Rajoy, que está al principio y al final de este desastre. Coincido que fue y es un tremendo agravio que ha hecho independentista a millones que nunca pensaron serlo.
Rajoy ha roto, esperemos que no definitivamente, España. Le ha quitado la careta a millones de españoles, votantes suyos, que anidaban latente el virus letal del franquismo que renace ante dos enemigos muy bien cultivados en sus mentes por la caverna mediática: los comunistas y los separatistas; Podemos y Cataluña son dos enemigos que unen interesadamente, aunque solo ya unos pocos saben que no son el mismo enemigo.
Es enemiga toda Cataluña, pero sobre todo, Podemos, porque tiene un ideal de OTRA ESPAÑA (con algún problema sobre donde poner la cocina, lo reconozco).
Nunca reconocerán los miopes que votan al PP que fue Podemos quién evitó por muy poco (eso interesa esconderlo) la victoria del independentismo en las elecciones plebiscitarias del 27 de septiembre de 2015.
Si la CUP y JxS hubiesen tenido más votos que el resto (obtuvieron un 48%) habrían declarado del tirón (sin referéndum) la independencia unilateral. Esa fue su promesa y ese fue el referéndum que no aceptaron haber perdido. Por eso han convocado uno ilegal, imposible, pero sobre todo, que no habían prometido.
Habían perdido, pero con esa estrategia de volver a poner las urnas, y la ayuda impagable de Rajoy, hoy, dentro de esta sinrazón, ganarían de calle, sin que Podemos pudiera evitarlo, una segunda vez. No puede ganar Podemos, ni los Comunes, cuando se plantea un duelo de banderas que ninguna representa la patria de los empobrecidos, de los de abajo.
Hasta aquí los hechos, y las razones, pero ya estamos en la épica, emociones auto justificadas, es decir auto engaño que son las peores de las mentiras. Fuera ya lo que querían: las razones jurídicas, políticas y sociales. Estamos en una escalada de errores, que se enmascaran de virtudes, pero con el palo levantado, quien tiene palo. Todo desde una sentencia envenenada, que ya definió los contrarios y los bandos. Desde entonces la dialéctica es la derrota del contrario, convirtiendo en contrarios a la fuerza a muchos pobres ciudadanos en España, de Cataluña. En Cataluña, con mayor dolor de mucha gente, también se narra por algunas crecientes minorías, pero con la misma sinrazón, todo lo contrario.
Todo el que puede quiere ganar en este entuerto, pero la más miserable, se llama Susana Díaz. No se puede chantajear enfrentado pueblos, y consigo mismos, a quienes procedentes de aquí, parte ya de la realidad de décadas de lucha en tierras catalanas y sus raíces.
Gentes que sufrieron la dura experiencia de emigrar. Gente como mi hermano Juan (enterrado en Vallirana) tuvieron que exiliarse dejando aquí sus raíces. Que su hijo es hijo de dos mundos hermanos. Que su nieta es catalana de madre marroquí, uniendo nuestra sangre a una mujer valiente, feminista y luchadora.
Quién es esa bienpagá para pedir a nadie renunciar a sus ricas identidades. Susana no llamó a unir, como han hecho nuestros paisanos allí, sino a separar como Rajoy y los peperos. Falta al respeto personal a los sobrevivientes de aquella dolorosa pero modélica emigración que construyó con otras gentes y los catalanes, la Cataluña de hoy.
Susana cree, como cree aquí, dóciles corderos a nuestras familias de allí. Los quiere llevar a su lado, al lado de Rajoy, con una bandera blanca de paz y verde de esperanza, que ella mancha cada día con su corrupción clientelar, con su traición a Andalucía.
También a España, a la que por culpa de los suyos, de la corte de mangantes que manchan cada día la palabra socialista, no hemos podido hacer nuestra España, la de los de abajo, de todos los puntos de España. Una España con Cataluña muy dentro, y en vanguardia.
Tenemos mucho trabajo para hoy, para el día dos, para años y años. Hay que cambiar Andalucía, hay que echar a Susana, para echar a Rajoy, para cambiar España, para que toda Cataluña nos vuelva a sentir a su lado.
No podemos odiarlos ni permitir que hagan lo que hacen para que nos odien, nos odiemos, como hacen tantos por aquí y por allí, y pedir que nos quieran.
Otra España es posible, la de los españoles de bien. Si somos españoles ayudemos a nuestros hermanos catalanes, sintiendo el orgullo de su lengua, su cultura, como queremos la nuestra.
Es también nuestra riqueza, pero no por conquista, sino por fraternidad.
Y lo andaluz es hoy también catalán, como Miguel Poveda. «Somos un gran país», es cierto, pero al que nunca dejaron nacer. Andalucía, Cataluña y España son ya universales, como Picasso que nos llama a gritos desde el Guernica.
La libertad, la soberanía y la paz hoy, hermanas y hermanos catalanes, y del resto de la España que construiremos juntos, empieza por echar a Rajoy y compañía.