Ayer saltó la noticia de que un abogado de oficio, César Pinto, en defensa de un particular, había logrado vencer a la ominosa Goldmann Sachs y a su legión de carísimos abogados y logró tumbar la venta de 3.000 viviendas de protección oficial. No sólo logró eso, logró, como nos enseñó Cicerón, las tres cosas que mejor retribuyen a un abogado: el agradecimiento de su cliente, la admiración del público y, sobre todo, la esperanza de esas 3.000 familias que ven cómo sus vidas no quedarán en manos de un despiadado fondo buitre.
Y ahora le ruego que se pregunte usted una cosa ¿Cree que esta victoria la habría obtenido uno de esos macrodespachos que compran premios en inglés y cobran facturas millonarias?
Sé que usted sabe que no, que esos despachos jamás moverían un dedo por usted y ello por dos razones: la primera porque no tiene usted…
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