Me convenció Rajoy en La Sexta Noche. No entiendo que no se enfrente a los demás en un debate. Que sólo lo haga con el PSOE, mano a mano, cuando tiene argumentos para convencernos y derrotar a cualquiera.
Este es un hombre serio, capaz y sincero. Nada que ver con el resto de aprendices.
¿Quién puede discutir que ha sido y es el látigo de la corrupción, si hasta ha dejado que los jueces investiguen a sus amigos?.
A ver el guapo que no reconoce su defensa de los parados, de los derechos de los trabajadores, de nuestros jóvenes, de las mujeres.
¿Qué decir de las mejoras en Sanidad y Educación?.
Y no digamos en Justicia, ahí sí que nadie puede negar que nos ha puesto a todos de acuerdo.
De hecho, quedan para la historia los mejores ministros de cada ramo, que se tuvieron que ir porque lo dejaron todo hecho, porque nos dejaron sus leyes inmejorables para la educación del nuevo hombre, para enderezar a los desafectos, para acelerar la justicia.
Fue incontestable, dolía pensar en los sacrificios de nuestro amado presidente, enfrentando las dificultades y demostrando su temple para que no nos roben los desaprensivos que invirtieron en producir energía solar.
Sobre todo esos que ponen una placa en su huerto.
Pero donde estuvo sembrado, sublime, fue demostrando que aquí, menos un 1%, todos los empleos son fijos.
Los que se van de España es porque quieren, como los que se van de sus casas, como los que no votan porque no lo ruegan a tiempo.
Son sólo dos millones de desertores que no quieren a España, que votan lo que quiera Venezuela. De hecho, si no escuché mal, allí se quedaban antes con los votos.
Lo dicho, ayer Rajoy se paseó por la Sexta. Le acompañó el marido de su ministra Ana Pastor, a quien siempre deja muy atrás cuando andan los caminos empinados de Pontevedra.
España es un gran país con muchos españoles.
Demasiados españoles a los que hay que echar, para que los más españoles se queden. Se queden votando a Rajoy, llamándole guapo por las calles de Málaga.
A unos, poco españoles, les sobran hijos y nietos que reparten por el mundo. A otros, muy españoles, les sobran millones de euros que reparten por los paraísos fiscales.
A Rajoy, ayer no le faltaron corruptos en Valencia porque nunca llevó la cuenta. Las cuentas se las llevaba Bárcenas, las del partido. Las del gobierno de Aznar las llevó Rato. Las del paro, la Virgen del Rocío.
Me convenció Rajoy. Ayer me demostró que no es un inútil.
Es un cínico, una forma más fina de decir sinvergüenza. Un sinvergüenza de esos que disimulan muy bien, que la hacen gorda y no rompen un plato, ni un vaso.
Un sinvergüenza con mucha experiencia.
Manuel Delgado Milan
Un comentario en “#Rajoy no es un inútil”